sábado, 26 de febrero de 2011

Incendios y vegetación mediterranea. Una relación demasiado estrecha

La vegetación mediterránea es un bioma adaptado a los incendio forestales dada la frecuencia con que estos se manifiestan, sobre todo en los últimos tiempos en el que los cambios de uso del territorio han favorecido la acumulación de combustible en nuestros montes.
Los mecanismos de adaptación al fuego son muy diversos, pero se resumen en dos: capacidad de rebrotar, (poseer yemas que son capaces de resistir las altas temperatura y tras el fuego dar paso a nuevos tallos y hojas, las hay aéreas como cortezas y bases foliares y subterráneas como lignotuberculos, cepas, rizomas, bulbos...) y capacidad germinar ( a base de semillas enterradas en el suelo o semillas en la planta también conocidas como frutos serotinos). Después del incendio estos mecanismos junto a otras propiedades, como la utilización y almacenamiento del agua y nutrientes, permiten a las especies sobrevivir, (La Surera/Alcornoque (Quercus suber) presenta una corteza muy gruesa para protegerse; el Coscoll/Coscoja (Quercus coccifera), el Romer/Romero (Rosmarinus officinalis), las Argilagas/Aliagas, (Genista scorpius y Ulex parviflorus) etc..., tienen una gran capacidad rebrotadora ; y las Estepas/Jaras (Cistus), el Pi blanc/Pino carrasco (Pinus halapiensis), etc..., contienen semillas que germinan más fácilmente cuando se ven sometidas a altas temperaturas).

Coscoll rebrotando 6 meses despues de un incendio.
Bocairent, sierra de Ontinyent. Febrero 2011

Pi blanc recuperando terreno incendiado después que sus semillas germinaran.
Sierra del Rentonar. Noviembre 2010, ocho años después de un incendio

En general estos mecanismos cumplen tres funciones: resistencia, evasión y recuperación. Para la resistencia podemos destacar las siguientes características: Hojas pequeñas, gruesas y endurecidas (esclerófilas), sistemas radiculares fuertes y profundos, cortezas gruesas. Para la evasión encontramos: gran dispersión de semillas, portes altos y limpios de ramas, órganos de reproducción especializados, semillas enterradas, muerte de los órganos aéreos en los periodos más vulnerables. Y para la recuperación: reservas abundantes, germinación activada por el fuego, estimulación de la floración, reproducción a través de órganos especializados.
Romer adaptado a un terreno seco y a la estación seca.
El Pinos, junio 2008

Algunas especies rebrotadoras, como el Romer/Romero (Rosmarinus officinalis), se adaptan a la sequía mediante la reducción de su actividad fisiológica y esperaran a la primeras lluvias de otoño para rebrotar. Otras como el Llentiscle/Lentisco (Pistacia lentiscus), al disponer de un sistema radical profundo y bien ramificado comienzan a rebrotar una vez extinguido el fuego y mantienen un ritmo de crecimiento intenso durante el primer año.
Las consecuencias de un incendio son varias, al principio provoca un aumento de los recursos del suelo, lo hace más fértil por la acumulación de cenizas ricas en calcio y magnesio que producen un efecto alcalinizador del suelo, permitiendo una rápida regeneración, pero si la frecuencia de los incendios es elevada aparecerán perdidas significativas de los nutrientes y riesgos de erosión que acaban afectando a la profundidad del suelo provocando una vegetación cada vez mas escasa y pobre.
Terreno con perdida de profundidad despues de varios incendios.
Se aprecian abundantes piedras y en algunos lugares la roca desnuda.
Bocairent. Sierra de Ontinyent

La relación entre regeneración y profundidad del suelo es directamente proporcional, a mayor profundidad mayor capacidad de regeneración, (el proyecto Phoenix de 1995 establece un indice de regeneración basado en la profundidad del suelo que es el siguiente: Capacidad baja con una profundidad menor de 5 cm., media con una profundidad entre 5 y 30 cm. y alta con una profundidad de más de 30 cm. Informe realizado por Rafael Navarro, Carmen Navarro y Begoña Avellanas, “Regeneración de la vegetación después de un incendio”, Cuadernos de la S. E. C. F., nº 3 de octubre 1996). Por ello es de vital importancia evitar la erosión posterior al incendio y su recurrencia, (repetición del fuego en un periodo corto de tiempo), pues pueden acabar con las capacidades tanto germinadoras como rebrotadoras y transformar el paisaje profundamente, anulando toda capacidad de regeneración.

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